miércoles, 24 de septiembre de 2008

Bajos instintos

Si hay algo sobre lo que se puede discutir días seguidos sin ponerse de acuerdo, es sobre los "instintos femeninos".
Si existen o no; cuáles serían (si realmente existen); la descripción de cada uno; los síntomas de la existencia de uno de ellos en nosotras... Cada uno de estos tópicos da para un tratado de 6 tomos. Yo he presenciado largas discusiones sobre el tema, sin que nunca los interlocutores lograran probar ninguna de sus teorías.

Lo cual la verdad, me tiene sin cuidado. Porque yo tengo la mía.
Y mi teoría sostiene que el único instinto propiamente femenino, y presente en cada una de las integrantes del conjunto XX, es el de comprar compulsivamente.
¿Como puedo afirmarlo? Años de observación y experimentación comprueban mi teoría. Lean e intenten refutarla después, si acaso encuentran fundamentos.

Muchos afirman que todas las mujeres, por el solo hecho de serlo, guardan en su código genético el famoso "instinto maternal", lo cual la inclina a cierta edad hacia su inexorable destino de madres. Muy bien, entonces, que alguno de esa manga de salames me explique como si querer tener hijos es instintivo hay miles de mujeres que eligen no hacerlo, o habiéndolos tenido los dejan por ahí abandonados, o cosas peores...
Conclusión: la maternidad no es instintiva.
Otra gran falacia es la de "la intuición femenina". Los que sostienen esa teoría, afirman que las mujeres nacemos con una especie de bola de cristal congénita, que nos manda señales cuando nos estamos por meter con el tipo equivocado, o cuando nuestro marido nos mete los cuernos, y gracias a esas señales nos salvamos del pescado o seguimos al susodicho infiel cuando dice que va a jugar a las bochas. Todo muy lindo. Pero ¿pueden los defensores de la intuición genética explicarme porque yo no tengo "señal" y me mando cagada tras cagada? No, no pueden.
Conclusión: La intuición no es instintiva.
Y por último, la retrógrada posición que sostiene que la "inclinación de la mujer hacia la monogamia y la familia" es una cuestión que nos viene a todas por instinto desde el seno materno. Así, seríamos todas Susanitas, deseosas de encontrar al príncipe, cazarlo y hacerle 12 vástagos. Una vez que lo hubiéramos encontrado, ya nunca lo podríamos cambiar por otro porque algún componente psicofísico nuestro nos lo impediría. Patrañas. No hace mucho, supe de una boda digna de una princesa de cuentos, con luna de miel en Asia y todo, y cuatro meses despues ví (si, ví) a la flamante esposa besuqueándose con un muñeco de 22 porque "con mi marido estamos más o menos"...
Conclusión: La inclinación hacia la monogamia, no es instintiva.

Ahora bien. A partir del momento que lean esta línea traten de pensar en una sola mujer que conozcan que pueda resistirse a la compulsión de comprar algo. No solo ropa, zapatos o carteras. Simplemente comprar: Cinco paquetes de fideos, un potus, cuatro lamparitas de 60, una docena de repasadores, un collar, un par de medias en la calle, un CD que estaba en oferta, encendedores, una remera naranja, calzoncillos para ustedes, una pila AAA, un gatito siames, cortinas nuevas, un kilo de nalga para milanesas, dos tomates, auriculares para el celular, pañuelitos Elite a cada chico en el subte, el diario, ojotas Havaianas truchas, un prendedor, un vestidito negro, 2.25 litros de coca cola zero. Cualquier cosa. Comprar. Comprar. Comprar.
Sin importar edad, poder adquisitivo, educación o residencia, si hay algo que realmente es instintivo en las mujeres es la compulsión a la compra.
Intentando probar esta teoría he observado a muchas de mis congéneres, inclusive a aquellas que se jactan de no dejarse llevar por el consumismo, esbozar la más enorme de sus sonrisas al recibir la bolsita (de nylon o cartón) que contiene su flamante adquisición.
He tomado litros de café y bebidas más espirituosas charlando de bueyes perdidos para siempre recaer en uno, ineludible: "Ah, no te conté, el otro día compré....".
He visto enloquecer a una amiga pensando que la que yo llevaba era la última camisa de aquel modelo y en otra oportunidad, adquirir una cantidad de platitos cuadrados de melamina blanca solo porque "cinco pesos no es nada"...
De esta manera, y tras haber experimentado durante mis casi 29 años con distintas mujeres (incluso with myself) puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que así como otras especies traen inscripto en su ser como cazar a su presa o construir su nido, nosotras traemos la necesidad innata de comprar, y eso, nos define como género.
Y como sé que mi teoría va a generar debate, los dejo con la inquietud, que me acaba de llamar Rola para avisar que en Colombraro, hay sale de tuppers....

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