sábado, 10 de abril de 2010

El amor en los tiempos del wi fi

"-¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo?- le preguntó.
Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches. -Toda la vida -dijo."
"El amor en los tiempos del cólera" es la historia del paciente Florentino Ariza, quien debe esperar al ocaso de su vida para ver materializado su amor por Fermina Daza, el cual profesó por más de cincuenta años en el convencimiento de que tarde o temprano (tarde, en este caso) llegaría a consumar su pasión.
Cuán distinta hubiera sido la suerte de Florentino si en lugar de la Colombia de principios de siglo diecinueve, el autor hubiese situado su historia en los veloces tiempos modernos.
Banda ancha. Teléfonos móviles con acceso a internet. Buscapersonas. Auto Mac. Créditos bancarios que se otorgan online. Consecionarios de autos que reparan el tuyo en 1 minuto. Polenta Prestopronta. Microwaves. Cama solar. Carrefour Express. Tren bala.
El tiempo se ha convertido en el factor más importante en nuestra vida. No sabemos esperar nada. Un minuto se convierte en un siglo en la fila del banco. Una semana es una eternidad si esperamos un respuesta.
Hoy en día, nadie espera cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches para consumar el amor.
"El amor", esa cosa que nos complica, nos vuelve lentos, estúpidos. Esa cosa detrás de la que todos vamos y de la que nos queremos desembarazar cuando la sentimos.
No servimos para esperar ser correspondidos. No tenemos tiempo para lidiar con sus avatares. Aquí y ahora, y satisfacción garantizada es la premisa.
Y el amor no nos garantiza nada.
Lejos de ello, nos desenfoca. Nos desconecta.
Nos obliga a bajar de la rueda que gira y gira para poder vivirlo, y la rueda no acepta desertores, los rechaza.
Entonces no nos permitimos vivirlo. Lo negamos tres veces y por tres medios de comunicación distintos, siguiendo con nuestra carrera idiota hacia la muerte a la mayor velocidad que podamos.
Cerramos los ojos a todo lo bueno que nos pueda pasar porque creemos que si nos permitimos pasarlo, se nos va a perder algo más importante todavía, aunque no sepamos de que se trata eso que nos perdemos.
Lo bueno, si rápido, dos veces bueno.
Dos citas bastan. Una cita basta. Un mensaje de texto basta.
¿Que habrá sido de la conversación y las mariposas en el estómago?. ¿Donde habrán ido a parar los momentos en silencio donde la sola presencia del otro causa satisfacción?
No, no estamos en épocas de esperar nada. No necesitamos más problemas de los que ya tenemos. Hay que correr. Hay que llegar. Y después de llegar, correr más todavía.
Así pasamos de persona en persona sin comprometernos, como pasamos de noticia en noticia leyendo solo el titular. Como pasamos de paisaje en paisajes sacando mil fotos pero sin recordar que sentimos ante su magnificencia. Como pasamos día tras día rehuyendo de lo que tememos nos haga olvidar lo solos que estamos.


Hoy "toda la vida" significa "miestras no me moleste". Y lo que nos molesta hoy en día es perder el tiempo.
Aunque ese tiempo perdido sea el que más sentido tiene en nuestras vidas.