lunes, 20 de octubre de 2008

La edad de merecer

Hace un par de días, hablando de que en menos de un mes cumplo 29, alguien conocido me dijo: "Ah, ¿29 cumplís? no sos tan jovencita entonces...". No, no soy tan jovencita ... ¿Hay algún problema con que no lo sea?.
Porque a mi, no me genera ningún trauma saber que en unas semanas empiezo a vivir mi último año de veinteañera, ni me preocupa si estoy entrando o no, en lo que algunos infelices llaman edad crítica.
Esos infelices para quienes cumplir años -después de haber pasado los 25- parece más una tragedia que un hecho natural de la vida. Y que en vez de hacer terapia para superarlo, torturan al resto de los mortales con su insoportable miedo al reloj biológico y van por la vida tarareando For ever young.
Para este segmento del imaginario colectivo, el hecho de que yo crezca, es perjudicial. Porque están convencidos de que madurar significa únicamente sentar cabeza, guardar para mañana o descansar más los fines de semana. Porque no le ven la parte buena a eso de ir cambiando, eligiendo cosas nuevas, aprendiendo de lo pasado y proyectando el futuro.
Mi edad, resulta crítica para ellos, porque asumen que solo hay dos caminos posibles llegado este momento de la vida: volar a Nunca Jamás y ser para siempre jovencitos, o cerrarle la ventana a Peter y los niños perdidos, y volverse viejos.
Yo en cambio, trato de vivir mis casi 29 como una etapa única.
No siento nostalgia si me comparo conmigo hace un par de años, porque todo lo que viví hasta ahora me llevó a ser la persona que soy hoy. Y hoy soy una persona más sabia y más linda que ayer. Ni me veo en desventaja con las generaciones más nuevas, porque lo que me sobra de edad, a ellas les falta en experiencia, y yo elijo cada uno de los días vividos a tener 3 o 4 años menos.
Por eso no entiendo a los que pretenden que no esté feliz con mi madurez, con mi presente, con mis proyectos. Por eso me río de los que me piden que diga que tengo "28" hasta el 24 de Noviembre, como si un par de días más o menos cambiaran la realidad.
Y la realidad, es que estoy en la mejor edad. La edad de las desiciones, de los cambios, de los objetivos que empiezan a cumplirse. La edad de mirar lo que conseguí hasta ahora y sentirme feliz de saber es justamente, lo que yo quería. Sin importarme a quien le pese, estoy creciendo y está buenísimo.
Y no me pienso perder nada de lo que me espera. Voy a hacer todo lo que tenga ganas. Me voy a casar, voy a tener hijos, voy a renegar con mi marido y a tener plantas. Algún día me voy a comprar una casa con un perro peludo incorporado. Voy a laburar mucho y a dormir mucho después. Y me voy a operar todo cuando todo se caiga por efecto de la gravedad.
Pero mientras tanto, voy a seguir emborrachándome en Bangalore, yendo a comer con las chicas a La Colonia, escribiendo este blog y sintiéndome chiquita y perdida algunas veces. Voy a tener las mismas dudas, los mismos caprichos y las mismas ganas de pasarla bien. Voy a seguir siendo Anita solo que con un par de noviembres más.
Y a los que les parezca que por pensar así me estoy poniendo vieja, les recomiendo que se animen a ponerse un poco viejos también. Y que empiecen a vivir con un poco menos de miedo a la edad, porque la que tenemos, es la edad de merecer, y lo que nos merecemos es vivir lo más plenamente que podamos, cada minuto de nuestras vidas.

jueves, 16 de octubre de 2008

En letra cursiva y colores....

Los de la izquierda son los dibujitos que le regalé allá por 1986/7 a Sole. Me los mandó por mail esta tarde.
Sole fue mi mejor amiga de 1º a 5º grado. No la veía desde 1990. Me reencontré con ella hace una semana, cuando me mandó una solicitud de amistad a través de Facebook.
Dios los cría y Facebook los amotona, pensé cuando nos hablamos por msn después de 18 años sin vernos...
Hoy, escribo este blog desde un teclado.
Hace más de 20 años, escribía cartitas en letra cursiva y colores.
El de hoy, es un post cortito. Simplemente una imagen de Anette a los 6 años.

viernes, 10 de octubre de 2008

Madre NO hay una sola (por suerte)

En vísperas del día de las Madres, un post especial. Es largo, pero el tema daba para mucho. Como bien dice el título, madre no hay una sola, hay muchas. Por eso, les describo algunas de las que me he cruzado en el camino. ¿Consejito? Leánlo de a poco y después me comentan cual de todas es la de ustedes (o cual de todas son ustedes!). Buen finde y feliz día a todas las madres...!!

1. La idishe mame criolla:
Madraza si las hay, la criolla se diferencia de idishe mame original por su sangre no moishe, y porque la nuestra no insiste en culpar a sus hijos por todos sus males. Abnegada, dejó de trabajar el día que tuvo su primer atraso y no volvió a hacerlo hasta que el juez la declaró soltera nuevamente. Eso sí, a esta altura, su hijo mayor ya tenía 20 años y la nena, había cambiado de novio varias veces. La mame sabe lo que es no dormir la semana previa al cumpleaños de alguno de sus chicos. Armó más de 1.300 souvenires. Horneó 2.000 pizzetas. Cosió 30 disfraces, pegó 800 curitas. Se desveló con un termómetro en la mano y lloró cuando los pichones dejaron el nido. Tiene un rincón de la casa donde acumula cosas de su hija "la artista" y nunca se pudo desprender del primer rulo de su hijo. No fue a la universidad, pero es chef profesional, diseñadora de modas, enfermera licenciada y abogada aguerrida. Y psicóloga, sobre todo, psicóloga. Para la mame criolla, sus vástagos nunca serán lo suficientemente adultos como para olvidarse de recomendarles que se abriguen, que no tomen nada que no hayan abierto frente a ellos, y que se cuiden. Esta madre cría mujeres algo sumisas e hiperactivas. Sus varoncitos suelen ser cómodos y consentidos.

2. La mal casada:
Casada de apuro y divorciada a las patadas, es una madre fatal. Treintona, vive con su hijo único en un departamento de dos ambientes lleno de juguetes y tecnología adquirida en 24 cuotas. Madre por casualidad, no tiene mucha idea de nada. En su casa, generalmente se come poco y mal. Salchichas, patitas Granja del Sol y arroces listos son el alimento básico. Pocas veces ayuda a su hijo con las tareas porque le cuesta mucho concentrarse en otra cosa que no sea arruinarle la vida a su ex, a quien cada tanto le niega el derecho de visita rompiéndole el corazón a padre e hijo. Vive afectada, histérica y desocupada. Incapaz de mantener una relación real, sale con cuanto tipo la invita, a los que les dice que es soltera y no tiene hijos. Y aunque quiere bastante a su chiquilín, pocas veces sabe demostrárselo de otra manera que comprando todo lo que le pida. La mal casada cría hijos inseguros, consumistas y resentidos.

3. Mamá 2000.
Graduada universitaria, moderna y casada sin clichés, se convirtió en mamá apenas pasados los treinta. Subió algunos kilos con el embarazo, pero se untó tantas cremas y caminó tantos kilómetros, que casi no se le notaron después del parto. Lejos de la culpa que sienten algunas al dejar a sus hijos para ir trabajar, esta se las ingenia perfecto para poder crecer en lo profesional, ser madre y mujer, sin descuidar ninguna de las tres cosas. Así, lo mismo se encuentra en su bolso un pañal, un esmalte de uñas o una laptop. Tiene un marido divino que la ayuda y es un padre comprometido. Es super organizada. Cocina solo una o dos veces por semana y friza kilos de pollo a la plancha y pastel de papas. Se levanta a las 6.00 todos los días, trabaja nueve horas y a las 17.00 está en casa para bañar y acostar al bebé. Una vez al mes, lo deja con algún pariente y sale sola con el marido. La pasan bomba y no se preocupan por nada hasta la mañana siguiente que se reencuentran con el escuinclito. La m
amá 2000 aprendió que se puede ser una madre dedicada aunque el disfraz de conejo lo compre en lugar de coserlo, y aunque a veces, el que lleva al hijo al médico, sea el papá. Esta madre cría hijos sanos, independientes y abiertos.

4. La madre Teen:
Hija de un rigorismo extremo, la madre teen se liberó de su padre haciéndolo abuelo. Tuvo a su hijo en el secundario, o apenas terminado este. Vivió con el padre del chico; en la casa paterna; sola y hasta con alguna pareja de turno. Cambió de trabajo tantas veces que el CV ocuparía un resma A4 entera. Con todas las ganas del mundo, hace lo que puede como madre. Falta a cumpleaños, no ayuda a hacer la tarea, se olvida las reuniones de padres y no explica como nacen los bebés en tiempo y forma. Trata de no repetir su historia y ser más moderna, pero muchas veces es más hermana que madre. Sale a bailar, cambia de pareja con frecuencia y tiene más hijos intentando poder armar una familia, aunque lo logra tarde. No puede decirse que es mala madre, porque sus intenciones son buenas, pero un golpecito de horno le faltó. Los hijos de la madre Teen somos un poco traumados y bastante inútiles, pero si en el camino nos cruzamos una idishe mame criolla o una mussolina, salimos bastante derechitos!

5. La Mussolina:
La Mussolina es tana, descendiente de tanos o al menos de apellido tano. Todos sus sentimientos son extremos, y generalmente los expresa a través de la comida. Para ella, un hijo querido es un hijo bien alimentado. Y un marido feliz es un marido con la panza llena. Ama de casa dedicada no por eso dejó su vocación de lado y se dedicó a trabajar mientras crió hijitos redondos y felices. No sabe mucho de grandes lujos, pero tampoco de grandes privaciones. Se arregló siempre con poco y en su casa nunca se pasó hambre (obviamente). Su receta de crianza fue puño de hierro en guante de seda, y sus vástagos supieron responder a la misma. Hoy los deja volar sabiendo que cada vez que puedan volverán al nido y al calor de hogar, siempre dispuesta a poner un plato más en la mesa o un colchón más en el cuarto. La Mussolina cría hijos fuertes, sensatos y de sentimientos nobles.

6. El padre-madre: El padre-madre es un señor muy, pero muy bueno que se fue a vivir con una divorciada madre de dos chicos grandes. Tras años de insistencia, finalmente su mujer aceptó tener un hijo con él. Cuando nació su hija este señor se enamoró a primera vista de ella. Él sabe el esfuerzo que implicó para su mujer volver al ruedo de la maternidad, por lo que, menos en dar la teta, la reemplaza el lo que puede. Muchas veces se lo ve con rollos de goma eva en el maletín, y en su despacho hay cien fotos de su princesita. No se avergüenza de llevarla al jardín ni de que se escape una lágrima cuando recuerda el día del nacimiento. Es mucho más madre que muchas mujeres que conozco, y como tal, merece un lugarcito en este post. El padre-madre va a criar una nena caprichosa y mimosa, pero no me hubiese molestado en absoluto ser tiladada de aquello con tal de tener uno como él.

lunes, 6 de octubre de 2008

Fiebre de sábado por la noche

La noche porteña puede deparar al observador desprevenido, un espectáculo tan patético como fascinante: La hembra argentina buscando aparearse.
Será porque hace varios años que ya encontré con quien compartir colchón y puchero, que me desacostumbré a las prácticas de levante y ver semejante escena me resultó repugnante.
O será que las mujeres están cada vez peor y el hambre de hombres las hace comportarse como que animalitos en celo...
De lo que pude apreciar en mi estudio de campo, comparto con ustedes los puntos más interesantes:
1) La producción:
El que piensa que las argentinas son las mujeres más lindas del mundo, está equivocado. Las argentinas son las mujeres más "tuneadas", que no es lo mismo.
Sin contar el paso por el cirujano plástico que les agregó esa sensual turgencia en el pechito, el tuning bolichero no deja ningún detalle librado al azar.
Así, cualquier oficinista medio pelo de la calle Reconquitsa, se convierte en una perra nocturna con solo embutirse en unos jean 3 o 4 talles menos que su contorno de cadera; subrise a unos taco aguja enemigos de cualquier pie feliz; amatambrarse en un strapless de lycra que, combinado con el tiro extrabajo del jean no solo mostrara una inoportuna rayita cuando se sienten, sino que dejará aparecer algo peor que los flotadores: el moflete del omóplato.
Si a eso le sumamos una buena alisada de pelo, arqueador de pestañas, 5 mm de base, gloss y sombra nacarada, donde esta mañana había una empleada de ANSES, ahora tenes una gemela de Yésica Cirio.
Pero ojo, así como a las 12.00 la Carroza se convertía en zapallo y el lujoso vestido en harapos, a las 6 de la mañana el minón este se transforma en un revoltijo de carnes flojas, rimmel pegoteado y perfume Impulse.
2) La irracionalidad de las cuarentonas:
Ver a una mina de veinti o treinta y pico menearse a lo bailarina de Tinelli después del banquete, me da un cierto escozor. Ahora, ver una mujer en sus cuarenta, enfundada en un chupin y tomando Speed con vodka rodeada de sus menopáusicas congéneres, todas entonando "Baila morena, baila morena" me da asco. Señoras ¿que les está pasando?.
¿No son acaso ustedes las que lucharon por la igualdad de sexos? ¿No pelearon a capa y espada por su decencia contra aquel ex marido que con tal de no pasarles un mango las quiso ensuciar en tribunales? ¿No lloran de emoción cuando ven a Diane Keaton arrugada, con los calores y ciclotimias de la edad y sin embargo digna del amor de Keanu Reeves.
Si, son ustedes. Pero parece que tanto Koleston le amoniacó el cerebro.
3) La putarraquez generalizada:
Por último, y no por eso menos importante, quiero dejarles una reflexión acerca de la putarraquez que observé el sábado a la noche.
Sin pecar de ingenua, debo admitir que el nivel de calentura que demuestran las féminas de toda edad al trasbasar la puerta de entrada al boliche es sencillamente, increíble.
Yo nunca fui una santa, es verdad. Pero me autoencerraría en un neusiquiátrico si por una botella de champagne de $ 20, me sometiera al triste espectáculo de dejar que un esqüincle con tanga me sobara la gallinita en la jeta enfrente de toda la concurrencia del lugar.
Y la putarraquez no respeta edad. Viejas calentonas y pendejitas trolas se mezclan entre la luz de neón y el humo artificial de la pista, bailando, apretando, dejándose filmar por un trago de cerverza.
...
Seguramente muchos van a pensar que soy una antigua, o que vivo en un Tupper. Y tienen razón.
Por eso, si alguna vez me quedo sin el que me calienta los piecitos a la noche, bánquenme. Vengan a mi casa y déjenme emborracharme solita. Pero después, métanme en la cama, cierren la puerta y llévense la llave. Escondan todas mis pinturas y no me dejen a mano ningún jean de los de antes de engordar.
Y si es sábado a la noche y ven que me sube fiebre, me enchufan 4 o 5 Ibupirac y me meten en la bañadera llena de hielo. No sea cosa que algún día, sea yo la calentona que de tema a este post.

miércoles, 1 de octubre de 2008

El vivo bárbaro (Pelotudos Vol. II)

El vivo bárbaro es el tipo que nació para hacernos saber a cada momento, cuán afuera del tarro estamos meando.
Criado por una madre abnegada y viuda, creció en una burbuja del tamaño de su ombligo, lejos de cualquier sacrificio o privación.
Desde la escuela primaria supo que lo suyo no era el esfuerzo. Para eso estaba mamá, quien amaneció más de una madrugada rodeada de cartulinas, papel glasé y brillantina terminando los collages que su hijito se negaba a hacer. Cuantas veces tuvo que sentarse ella a multiplicar fracciones, subrayar objetos directos e indirectos en las oraciones unimembres, calcar la República con tinta china o escribir composiciones... Pero todo era poco con tal que su tesorito no padeciera los mismo sufrimientos que ella de niña.
Por eso el vivo bárbaro no terminó el secundario sino hasta los 26 años y rindiendo las últimas materias en la nocturna más peligrosa de todo el conurbano bonaerense. Por eso, el vivo bárbaro es prácticamente analfabeto.
Sin embargo, su escasa formación académica -y su escasa inteligencia- no son impedimento para que este individuo obtenga todo lo que él cree necesario para llevar una buena vida. Buena vida según sus parámetros, obviamente.
Duerme, come y coje gratis en una casa grande y descuidada que está a nombre de su mamá. Pero tiene otra (a pocas cuadras) que está a nombre suyo. Aún no vive ahí, porque antes de mudarse con su novia, hay que hacerle muchos arreglos. Pero se manda una partuzas increíbles, total, para eso no importa si el termotanque no anda.
Es empresario. Vive haciendo unos negocios bárbaros y se reune seguido con gente importante. Viaja a congresos en Córdoba y todo. Él es un businessman total. Eso sí, de laburar ni hablar ¿eh?.
Por eso, hasta que el negocio empiece a andar, es bancado por mamita, que se desloma laburando para que a sus polluelos (especialmente a él, que es el preferido), no les falte nada.
Entonces, el vivo bárbaro va gastando su herencia a cuenta. No produce un centavo, pero maneja un auto cero km., tiene el celular más moderno y una oficina más o menos decente.
Y sale de putas todos los fines de semana. Porque él tendrá novia sí, pero hay cosas que con la novia no se hacen. La novia está para otra cosa. Para ayudar a mamá en el negocio, para limpiar la casa cuando él queda doblado después de un fiestorro, para pasar por tipo serio.
Y como la tienen tan clara, todo el tiempo nos hace saber cuán alejados de la realidad estamos nosotros. Los que terminamos el colegio y fuimos la universidad, -¿Estudiar?-, -¿Para qué, si después terminas de taxista? Mirame a mi que no estudié lo bien que me va...-. Los que estamos juntando pesito a peso para comprarnos un departamento: -Ah no, yo crédito no saco ¿viste?, después se va todo a la mierda y quedas culo pa arriba con los intereses, yo arreglé con la vieja y le voy pagando cuando puedo...-
No, si el vivo bárbaro sabe perfectamente como pasarla bien sin sacrificar nada. Él la pasa bomba. La tiene clarísima. Atada la tiene.
No. Si él no tiene miedo de terminar con 35 años, sin laburo, sin un mango, con una novia embarazada que lo quiere casar, la casa de fin de semana embargada por un accidente de tránsito y una madre turula por ACV.
Porque él sabe barajar y dar de nuevo. Porque él, siempre parado. Y seguro safa de el destino nefasto que el espera, como siempre.
Porque si hay una única cosa para la que el vivo bárbaro sirve, es para safar.