lunes, 10 de noviembre de 2008

Mujeres sin tren (Las Boludas y yo Vol. IV)

El fin de semana que pasó, viajé a mi pueblo para asistir a la boda de mi amigo Valentín.
El mío, es un pueblo chico. A unos 170 km de Capital Federal, a orillas de un evaporado Río Salado, se emplaza General Belgrano.
Años atrás, supo ser un punto de atracción pesquera y balnearia, pero las poco felices administraciones municipales y provinciales, hicieron que Belgrano perdiera gran cantidad de visitantes cuando el tren, dejó de llegar a su estación. Así como ocurre en muchos otros pueblos del interior, el mío se quedó sin tren hace más de quince años.
Lentamente, la estación se fue convirtiendo en Museo, los durmientes fueron despertados y los viejos rieles levantados. Hasta que hoy, no queda más testimonio de la época en que la chanchita llegaba de Buenos Aires, que la memoria de quienes la padecimos alguna vez.
Desde entonces, soy una pasiva expectadora de la decadencia del lugar donde pasé eternos veranos en la pileta municipal, la cueva de Juliana o la casa de mi tía Pitty.
A mi ojos, pareciera que junto con el tren, dejaron de llegar a Belgrano los cambios, la alegría y el futuro. El Río se echó a perder. El camping se arruinó. Cerró Sofía por primera vez en 25 años y mis paisanos empezaron a caminar con paso más cansado, a mirar con desconfianza a los de afuera. A mis ojos, lo único más triste que mi pueblo después de que perdió el tren, son algunas mujeres de ese pueblo, que parecen haberlo perdido también.
Para las que no crecieron en una metrópolis (o su conurbano), la vida puede ser un poco distinta a la nuestra. Llegada una cierta edad, las opciones que el pueblo te brinda son pocas. Es en ese crucial momento, algunas eligen irse a intentar otra vida en algún lugar distante, donde exista más de un semáforo. Otras, a veces por imposición, a veces por elección, se quedan ahí, viendo pasar la vida igual que ven pasar a las mismas vecinas en bicicleta. Ésas son las mujeres tristes a mis ojos.
Ésas que desde chicas, tienen que aprender a convivir con la monocorde rutina del pueblo chico, del qué dirán, de la inacción, del aburrimiento, del infierno grande. Ésas para quienes la realización pasa por enterarse primero del chisme, descubrir a una infiel in fraganti o casarse con el novio de otra. Aquellas para quienes los planes se reducen a terminar rápido aquello que hagan, para juntarse a sufrir por su destino miserable de pueblerinas amargadas. Ellas se adaptan a esa vida sin vida, sin darse la oportunidad de un cambio, la posibilidad de otra distinta.
Temorosas de la soledad, se aferran a sus fallidos romances con la fuerza que solo una mujer desesperada puede tener. Cómo único remedio al paso del tiempo, se regodean de sus angustias creyéndose heroínas por sufrir tanto por áquel que las engañó, las humilló y las olvidó tan rápido.
Esas mujeres, no conocen más felicidad que la de un texto pidiendo que esperen hasta que amanezca para verse a escondidas con el que les quita el sueño. No saben de compañías fieles ni conversaciones francas.
Como el río, estas mujeres inteligentes y hermosas, se van secando en la creencia de que eso es lo que les tocó y así debe ser. Y yo me niego a creer que eso pueda ser lo que eligieron. Me niego a pensar que aquellas con las que compartí una infancia y adolescencia llena de sueños e ideales sean ahora las de los ojos cansados y esperanzas rotas que eligen dejar pasar la vida en vez de vivirla.
A mis ojos, nada es más triste que esas mujeres, que como los viejos andenes de la estación de mi pueblo, se quedaron sin tren, sin cambios, sin alegrías, y sin futuro.

6 comentarios:

laly dijo...

Pienso exactamente lo mismo que vos Pitu, pero no hay finde q no quiera volver al pueblo a respirar un poco de aire puro en vez de chuparme el humo de los micros encerrada en este departamento, el rìo està evaporado, pero ponès una lonita al lado del paseo costanero con un rico mate en vez de estar en esta terraza de 2 x 2 de ceramica...
ahora si, el lunes??? el lunes quiero estar en La Plata por favor!!
Como siempre admirando tus escritos en el blogspot... besitos.. Laly

Naimad dijo...

Oiga, Anette, es como haberlo visto en vivo. Eso me produjo la forma en que lo contó.

Puedo agregarle, si me permite, que esas mujeres no distan mucho de las que viven en Capital, en Quilmes o en Mendoza.

La diferencia, creo, es que hya gente que si "elige dejar pasar la vida en vez de vivirla"... como si dejaran para el último tren antes de que se levanten las vias.

Anónimo dijo...

Es que nadie tiene en cuenta un romance a la hora de abrir o cerrar un ramal.
Las mejores razones siempre parecen ridículas en un debate en el Congreso.

L. dijo...

Adhiero a Naimad...me pareció ver toda la escena. Perfecta descripción. Y lamentablemente hay de esas mujeres a la vuelta de la esquina...y no vivo en un pueblo precisamente.

Un beso Anette, un placer como siempre espiar por aca.

Anónimo dijo...

Hola Pitu!!!!! tanto tiempo!!!!,pasó tanto el tiempo...que sin darnos cuenta resultaste ser una gran escritora!!, siempre fuiste talentosa y un poco artista, hasta recuerdo tus figuras en aerosoles!!! jajaja, la verdad me gusto mucho lo que escribiste, y quizás seas una especie de ojos que ven lo que muchas no quieren ver..., yo volví a mi ciudad, que me vio crecer, que nos vio crecer, y volvi con muchos proyectos y volvi con muchas ganas, apostando en esta elección un montón de cosas,soy la misma de siempre, con mas años y mas arrugas pero quizás con mas ganas que ayer, me gustaría verte y que tu paso por esta ciudad no sea tan fugaz, y que cuando vuelvas disfrutemos, porque no, unos mates a orillas del río o bien puede ser una cerveza bien fría en mi casa, o en un bar, los olores de esta ciudad te traerán un montón de recuerdos... y volver a vernos también, me alegra saber de vos un beso grande!! carla,s

Anónimo dijo...

Me parecio muy bueno. Es una dura realidad que los pueblos tiendan a desaparecer. Mas cuando son parte de nuestra historia (grupal y/o personal).
Es particularmente raro que con tanta comunicacion moderna la gente este tan desconectada.
Ya no se navega por ese rio, se navega por internet. Ya no se anda por esas vias, se va por la fibra optica. Ya no esperan cartas esas mujeres, esperan mails.
Saludos y me gusto mucho.
Sebastian