sábado, 15 de noviembre de 2008

Esas malditas perfectas

Hace un par de semanas, una mañana de viernes, me tocó salir de trámites con un pronóstico de 100 % de probabilidades de tormenta. Calcé mis clásicos pantalones negros (que saben ir solitos a tribunales ida y vuelta), mis zapatos simil charol, mi viejo impermeable y con el paraguas compradoenlapuertadelpalacio* en mano, partí hacia la aventura laboral.
Una hora después, los cumulus y los nimbus empezaron a chocar, y el trueno más estampatoso que hayan oído hizo temblar la city porteña. Me reí por dentro, sabiendo que contaba con mi kit para días de lluvia y seguí caminando, envalentonada.
Dos cuadras más tarde, las gotas tenían el tamaño de una sandía, y mis zapatitos simil charol comenzaban a emitir un humillante "cuij cuij" a cada paso. El viento se huracanaba y mi paraguas se blandía de un lado a otro, inmanejable ante el vendabal. Inútiles fueron mis esfuerzos. Una ráfaga infernal, precedida de un torrencial chaparrón, arrancaron de mis manos el paraguas, que fue a morir bajo las inmorales ruedas del 12. Y junto con él, mi amor propio.
Así, en menos de un segundo me encontré sin paraguas, completamente empapada, con el pelo hecho un nido de caranchos, los papeles desparramados, y el ánimo por el piso. Llámenme exagerada, pero en ese momento, me sentía el ser más desgraciado y chiquito del planeta. Y pensé "nada peor que esto me puede pasar jamás".
Hasta que la ví.
Ahí estaba ella, parada junto a mi protegiéndose de la lluvia, la creación más bella de la naturaleza. Aquella por la que Adán renunciaría de nuevo al paraíso, por la que cualquier tipo sacaría los ojos de la tele. Ahí estaba ella. Completa y diametralmente opuesta a mi. Mi antítesis. El Alfa de mi Omega. El Yin de mi Yan. El jamón crudo español de mi grasienta picada. Yo, el pollo mojado. Ella, la maldita perfecta que en mi un día de lluvia deja de serlo.
Ignorándome, como se ignora una bolsa de basura, su preciosa humanidad reposaba en los 10 centímetros de taco de sus zapatos Prüne. Burlón, su trajecito gris, apenas salpicado por unas gotas impertinentes, se reía en silencio de mi chorreado pantalón negro. Y su moderno pilotin color caqui me inspiraba la más profunda y vil envidia.
Pero ninguno de mis sentimientos fue tan criminal, como el que experimenté al ver su pelo. Su corte en prolijas capas, su flequillo perfecto, sin un pelito fuera de lugar, sin una mínima muestra de la tempestad que acaba de desatarse, generaron en mi un odio del que nunca me hubiera creído capaz. Tuve que bajar la mirada, un segundo más de su melena impecable y no sé de que hubiera sido capaz.
Pero logré contenerme.
Porque tuve que reconocerle, aunque me dieron ganas de ahocarla, que no es culpa de ella haber nacido así. No es perfecta a propósito. Entendí de repente, que algunas tienen la capacidad nata de no mojarse en medio de un temporal, mientras que nosotras somos incapaces de llegar a las cinco de la tarde sin una mancha en la camisa.
Que para ellas, la sensación términa es algo psicológico: en pleno verano no se las verá jamás derramar una gota de sudor, y con 3º bajo cero, caminarán como si nada con un capita divina de cashemire como único abrigo, mientras una se congela, aún cuando parece el muñeco de Michelin de tanta camiseta que lleva encima.
Ellas tienen pies a prueba de ampollas, y el esmalte sí les dura una semana entera sin saltarse irrespetuosamente en la punta de las uñas. Se ponen cualquier trapo y les queda elegante, mientras nosotras nos echamos el ropero encima y seguimos pareciendo pordioseras. En su cartera nunca encontrarás un Bic explotada ni un Carilina usado pegoteando los mil boletos del 37 que tenemos nosotras.
Así son esas malditas. Perfectas. Tan prolijas e inmaculadas como nosotras jamás seremos. Tan planchaditas y sobrias como solo en sueños nos veremos alguna vez. Tan lindas y cuidadas que parecen escapadas de la tapa de la Cosmo. Así son las malditas perfectas, las que siempre están cerca cuando pensás que no podés sentirte más fea, para demostrarte que sí podes.
Y así somos nosotras, el resto de las mujeres, que solo podemos pedirle a Dior que nos libre de cruzarnos con ellas en un día de lluvia...
*Gracias Claudio Gabriel!

6 comentarios:

CMC dijo...

Malditas PERFECTAS!!!!! la verdad son lamentables, pero menos mal que existen y nos hacen dar cuenta que la perfeccion no pasa por lo estetico.
Muy bueno el POST!!!!
BESO
CMC

Claudio G. Alvarez Tomasello dijo...

Yseguiránimpertérritaslasmuyturras
brasevisto...sunescán...dalunabus...

Anónimo dijo...

Feliz cumpleaños! Si a los 29 ya no dejás comentar esa entrada, no me imagino lo que va a ser el año que viene!

Anita dijo...

Ops... juro que fue un fallido, no era esa la intención !!

Anónimo dijo...

Lo peor de todo es que tambien hay hombres perfectos. Buenos zapatos, traje de primera y sin corbata. Buen reloj y i-phone. Yo tampoco los soporto. No se mojan y no sudan. Y encima andan todos por Tribunales !!!
Saludos

PD: Correcciones?
"simil charon comenzaban a emitit"
emitir? charon o es charol?

Anita dijo...

CMC: Es cierto, la perfección no pasa x lo estético, pero igual las envidio, jajaja...

Claudio: Subtítulos para el segundo párrago, plis!!

Sebastián: ¿Viste? ¿Sabés que me molesta también? No entender como empilchan así los muy turros con los paupérrimos sueldos que pagan en los estudios... grrrrr.
PO: Gracias, corregido.